miércoles, 25 de abril de 2012

Anécdota desde Japón

Me ha pasado Sensei Muerza, previa solicitud de permiso al autor, una anécdota que le ocurrió a E(c) en Japón con uno de sus maestros de Kendo, en la cual nos habla sobre la humildad.

Recordemos que E(c) es compañero de Aikido en Adaka, practicante de Kendo en la Asociación Kenseikai, editor del blog "El oculto Zipango", y que actualmente está viviendo y estudiando en la ciudad de Yamaguchi en Japón.

Muchas gracias a E(c) y Sensei Muerza por compartir con todos nosotros esta bonita anécdota.

El maestro O(c), es maestro 6º Dan de Kendo, lleva varios años intentando el 7º pero al parecer aún no ha logrado aprobarlo. Tengo la suerte de que desde el primer día ha sido muy atento conmigo, me invitó a una de sus clases de meditación en un templo y siempre que puede me corrige o ayuda en lo que piensa que puedo mejorar. Está siempre pendiente de mí, es muy amable, aunque duro como el hierro, está cuadradísimo. Tendrá unos 45 años o más.

Siempre llega el primero a pesar de venir desde una ciudad a una hora de distancia y como peculiaridad tiene, el practicar sólo con el sable cuando ha terminado la práctica. Para mi sorpresa hace unas semanas después del entrenamiento, me llamó para que fuera a golpear uno de los muchos muñecos que hay para golpear en las esquinas.

La cosa es que yo pensaba que me quería corregir algo como hace siempre y como me hacen todos los maestros, pero está vez fue diferente. Me dice: Aimura-san haz ese corte que tanto te gusta a tí, ése que te sale bien en los combates, y yo me puse a ello pegando a la rueda de entrenamiento pensando que tenía que haber trampa en esa petición.

Pues nada que termino de hacerlo un par de veces y me dice, déjame a mí que quiero probar, "ah ya veo, ahora lo entiendo" empezó a decirme, y siguió golpeando la rueda como lo había hecho yo, y de repente me dice: ¿qué te parece, me sale bien? ¿tú qué opinas? y yo eh!!!!!!

 Me ha pedido que lo haga para ver como ejecuto yo el movimiento y encima me pregunta?!!!

No me lo podía ni creer, para cuando me quise dar cuenta de lo que estaba presenciando ya estaba en el suelo de rodillas observando al gran maestro que tenía la suerte de haberle caído en gracia. Con una gran sonrisa  y viendo mi cara me dice: "Aimura-san todo el mundo tiene algo bueno de lo que podemos aprender", y así acabó el episodio de la humildad japonesa.

3 comentarios:

  1. Muy bonita la anécdota, gracias por compartirla.

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  2. Gracias a ti por leerla, a ver si tenemos suerte y nos llega más "material" de este tipo desde Yamaguchi...

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  3. Que envidia estar en Japon y que gran ejemplo de humildad...gracias por contarlo Guillermo


    Vas a Pau?...te he mandado un emilio

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